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La cigarrera Lizzy de pelo rubio gafas
de azafata de un dos tres, en sus ratos libres subía a las azoteas de Nueva
York,(en donde despertaba), atisbando la Avenida de Broadway, llena de cines
teatros, gente multitudinaria y luces de neón, y despertar de cine negro de
años 30 en época de depresión.
Ella trabajaba en los clubs más selectos de
ejecutivos de Manhattan, y millonarios como Rockefeller, en donde había música
de jazz hasta altas horas de la noche, Cava, trajes caros, y bailarinas de
cabaret.
Su sueño era ser actriz de radio, desde el
periodo que lo inventó Marconi.
Su cálida voz hacía sombra a los seriales,
héroes y heroínas enmascarados, creencia global de dominación de mundo, e invasión alienígena.
Mientras que su voz era tan clásica, tan inquietante
y tenía tanto suspense, como el cine de Orson Wells.
Transcurrido el tiempo, en un fin de año de pleno
invierno, donde se habían pasado de moda los coches, de los gánster, que abrían
con la puerta hacia atrás, en pleno invierno de nieve, en una celebración de
fin de año. Conoció a su amante Cayetano, que le pretendía, y se divorció de su
mujer Carla, una italoamericana muy chapada a las tradiciones de Sicilia,
adaptadas al barrio de Manhattan, conquistándole el corazón en una trattoria,
del barrio de Little-Italy.
El Galán Gaetano antes de Conocer a Lizzy,
para por Chinatown, a practicar la filosofía y forma de vida oriental.
A parte la familia de Gaetano no aceptaba un
hijo que no se convirtiese al judaísmo.
Pasado un cúmulo de circunstancias retransmitidas
por la radio, siempre les unía los duros inviernos que paseaban por Central
Park, las azoteas las luces de neón, la calle los amaneceres las interminables
y duras fiestas, ese suceso de acontecimientos les hizo estar a los dos unidos
“Relato dedicado al
maestro Woody Allen, y a su Película Días de Radio”